Dentro de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, existen pocos restaurantes que dan el servicio de buffet todos los días de la semana, siendo “La Calabaza” el lugar favorito de comensales que se reúnen bajo cualquier pretexto, llámese cumpleaños, trabajo o para ponerse al día con las noticias de los últimos acontecimientos sociales de sus amistades y/o familiares.
Cumpliendo con una cita de amistad previamente acordada, llegué corriendo al restaurant con más de 30 minutos de retraso, por lo que como loco quería aparcarme justo a un costado del acceso, ignorando que el establecimiento cuenta con dos estacionamientos para la comodidad de sus visitantes.
Al entrar fui recibido por una hermosa señora, misma que ostenta el puesto de hostess, cabe mencionar que la calidez de su atención y la amabilidad con la que trata a los visitantes, logra detonar casi instantáneamente el sentimiento de tranquilidad. Por lo que después de darme la bienvenida, gustosamente me acompañó hasta la mesa donde se encontraba aguardando mi amistad. El buen trato por parte del personal se seguía sintiendo, puesto que apenas me empezaba a acomodar en la silla y uno de los ocho meseros se acercó para recibirme y preguntarme si se me ofrecía algo de tomar.
Creativamente hay siete letreros colgantes de madera en su interior, mismos que facilitan información a los clientes de las diferentes secciones de alimentos y bebidas.
El primer anuncio a mi derecha es el denominado “Rincón chiapaneco”, donde hallé el café de olla y el chocolate de olla calientito, que pese a que se veía de buen tomar, seguí mi camino hasta llegar a la zona de “Jugos y cereales” en la que exhiben bebidas frías, como el tradicional chocomilk, los jugos de naranja y el jugo verde.
El letrero “Nuestros guisos” anuncia diferentes tipos de guisados y guarniciones, tres de cada uno para ser exacto. A un costado se localiza “Antojitos regionales” en donde se pueden encontrar tacos fritos, empanadas, cuatro opciones de tamales, plátanos fritos y los verdaderamente ricos frijoles refritos.
Conforme lo que hasta ahí había visto, mi apetito creció, sintiendo que era inútil seguirme haciendo de la boca chiquita, por lo que tomé un plato para servirme una porción de chilaquiles, aunque lamento haberme servido después de mi amistad, ya que sin poder hacer nada, vi como arrasó con el queso fundido; embargándome el sentimiento Chino: “Puro Milal”
Formando parte de mi dieta y haciendo acto de presencia, los taquitos fritos, los frijoles y los plátanos fritos sirvieron de guarnición en mi primer plato. El letrero de “Quesadillas” hizo que sin importar las calorías, pidiera al cocinero me preparara unas de jamón con tocino de puerco. Lo cual cabe destacar que nuevamente el recurso humano y su amable disposición es algo muy destacable de la empresa.
Al comenzar a degustar mis alimentos, encontré un sabor rico y fresco en ellos, pero algo en particular llamó la atención tanto de mi amistad como la mía, eran los plátanos fritos, al intentar masticarlos se sentía una cierta dureza en ellos; no conforme con la situación, me levanté para cuestionar al cocinero, el cual gentilmente argumentó que los platanitos se ponían duros, debido a que todavía no alcanzaban su madurez, es decir, que algunos estaban verdes. Considero un error de la administración haberlos proporcionado para su cocimiento, siendo preferible mejor anunciar que se encontraba agotado.
Otro detalle, fue ver una charola que contenía “Carnitas estilo Michoacán”, pero sin importar donde viéramos, jamás encontramos tortillas, sintiendo frustración por no poder prepararnos unos taquitos suaves, así mismo consideramos inútil probar una salsa verde que simplemente quedó en la imaginación su sabor.
Independientemente de los incidentes mencionados con anterioridad, nos dispusimos a disfrutar del resto de los alimentos, todos y cada uno de ellos hicieron que poco a poco fuera quedando en el olvido ese mal sabor de boca producido por los plátanos fritos; desde los tamalitos hasta las presas de pollo en salsa verde, fungieron como un verdadero festín para el paladar.
El ambiente que se percibía era agradable, sin importar a donde mirara, sólo podía ver rostros sonriendo que reflejaban comodidad, satisfacción y alegría; y más aún, cuando lentamente salía la hostess de la cocina con un pastelillo que llevaba una velita prendida y un sombrero de colores que tenía como destino la cabeza de algún afortunado cumpleañero. Sin importar el número de acompañantes, todos eran motivados para cantar las tradicionales mañanitas.
La limpieza del lugar es bastante buena a excepción de los baños, aunque puede ver que tenazmente vacían los botes de basura, es notable la diferencia de limpieza con respecto al retrete, ya que denota su frecuente uso, debido a la cantidad de visitantes que me imagino ha de recibir durante el desayuno; considero importante la constante supervisión y aseo de este espacio para lograr así una mejoría de calidad.
Los precios del restaurante varían de acuerdo al día que se visite, siendo miércoles el más económico para ir, teniendo un costo de $129.00 pesos; los días lunes, martes, jueves y viernes asciende a $149.00 pesos; y por último, los sábados y domingos, manejan un precio de $189.00 pesos.
En general “La Calabaza” es un restaurant que poco a poco va forjando y escribiendo su propia historia, logrando ser para sus visitantes, un punto de reunión por excelencia en el que pueden degustar una buena y rica gastronomía en compañía de sus seres queridos dentro de un contexto armoniosamente relajante.
Alimentos
8.5
Instalaciones
8
Atención del Personal
10
Ambiente
9
Limpieza
7.5
Estacionamiento
8.5
Precios
8
Muy de acuerdo con todas tus apreciaciones mi estimado amigo Balam. Me quede con las ganas de los taquitos de carnitas. 🙁 Pero fuera de eso, la verdad que con el ambiente y el buen trato del personal, me sentí como si fuera huésped del hotel. Sinceramente el restaurante “La Calabaza” me dejo un buen sabor de boca y ganas de regresar. Saludos.
(Nota: Para los que no saben, yo fui el amigo que se comió el queso de los chilaquiles. 😀 )
Jejeje Verdaderamente te sientes a gusto con el servicio y los alimentos. Te mando un abrazo.